Gran número de mitologías heroicas son de estructura solar. El héroe se asimila al Sol; como él, lucha con las tinieblas, desciende al reino de la Muerte y sale de él victorioso. Aquí las tinieblas ya no son, como en las mitologías
lunares, uno de los modos de ser de la divinidad, sino que simbolizan todo lo
que Dios no es, es decir, el Adversario por excelencia. Las tinieblas no se
valorizan ya como una fase necesaria a la vida cósmica; en la perspectiva de
la religión solar, las tinieblas se oponen a la Vida, a las formas y a la
inteligencia. Las epifanías luminosas de  los dioses solares pasan a ser, en ciertas culturas, el signo de la inteligencia. Se acabará por asimilar Sol e
inteligencia hasta tal punto que las teologías solares y sincretistas de fines de la Antigüedad se transforman en filosofías racionalistas: al Sol se le proclama la inteligencia del Mundo, y Macrobio identifica con el Sol a todos los dioses del mundo greco-oriental, desde Apolo y Júpiter hasta Osiris, Horus y Adonis
(Saturnales, I, caps. XVII-XXIII). En el tratado sobre el Sol Rey del emperador Juliano, así como en el Himno al Sol de Proclo, las hierofanías solares ceden el puesto a las ideas, y la religiosidad desaparece casi en absoluto como secuela de este largo proceso de racionalización . Esta desacralización de las hierofanías solares se incluye entre otros muchos procesos análogos, gracias a los cuales el Cosmos en su totalidad termina por vaciarse de todo contenido religioso. Pero, como hemos dicho, la secularización definitiva de la Naturaleza no es un resultado adquirido más que para un número limitado de modernos; los que están desprovistos de todo sentimiento religioso.(Mircea Eliade)

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