Existen sin duda rebeliones contra la ideología burguesa. Es lo que se llama en
general la vanguardia. Pero esas rebeliones son socialmente limitadas, recuperables.
En primer lugar porque provienen de un fragmento de la burguesía misma, de un
grupo minoritario de artistas, de intelectuales, sin otro público que la clase misma
que impugnan y que siguen siendo tributarios de su dinero para expresarse.
Además, esas rebeliones se inspiran siempre en una distinción muy fuerte entre el
burgués ético y el burgués político: la vanguardia impugna el burgués en relación al
arte, a la moral, rechaza, como en los mejores tiempos del romanticismo, al tendero,al filisteo. Pero protesta política, ninguna. La vanguardia, lo que no tolera en la
burguesía es su lenguaje, no su condición de burguesía. Y no es que necesariamente
la apruebe, sino que la pone entre paréntesis. Sea cual fuere la violencia de la
provocación, la vanguardia asume, finalmente, el hombre abandonado, no el hombre
alienado. Y el hombre abandonado sigue siendo el Hombre Eterno.

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