Por Tatiana Reitman 

Picasso decía: "La pintura es la libertad. Si saltas puede que caigas al otro lado de la cuerda. Pero si no estás dispuesto a correr el riesgo de romperte la crisma ¿de qué te sirve? No saltes... Tienes que despertar a la gente. Revolucionar su forma de identificar las cosas. Tienes que crear imágenes que no acepten. Obligarlos a entender que viven en un mundo muy extraño. Un mundo que no es tranquilizador. Un mundo que no es como ellos creen".
Decía también que: "en las jerarquías descansa el poder congelado, opresor, astringente, embotador. La libertad consiste en la demolición de las categorías". Es por ello quizás, que no puede atribuirse a Picasso la pertenencia a ninguna Escuela y él mismo decía rechazar como algo empobrecedor la atribución de un estilo.
"Cuando se va directo al grano todo lo que se tiene es uno mismo. Eres un sol con mil rayos en tu vientre. Lo demás es nada". Se trata sin duda de la mejor descripción de su talento, talento que lo llevará a no quedar adormecido en aquellos momentos en que la aceptación de su obra, la llamada época rosa por ejemplo, le mostraba que había entrado en el campo del Otro, del Ideal. "El estilo es siempre el hombre mismo". Es tal vez por eso que dirá que es preciso que haya una oscuridad absoluta alrededor de la tela para que el pintor quede hipnotizado por su trabajo y pinte casi como si estuviera en trance, permaneciendo lo más cerca posible de su mundo interior, si es que quiere trascender los límites que la razón intenta imponerle continuamente. Y no deja de conectar esto con la palabra: "Quiero DECIR el desnudo. No quiero hacer el desnudo como un desnudo. Solo quiero DECIR seno, DECIR pie, DECIR mano, vientre. Encontrar la manera de DECIR y eso basta".
Esto nos recuerda que, para el psicoanálisis, el inconsciente es un decir que se dice a partir de lo que del goce se ha inscripto. Inscripción de una escritura que soporta una y muchas lecturas. El goce se cuela en ese decir que lo descifra. El sujeto sabe más de lo que cree y dice más de lo que quiere. Lo que se dice es el goce, pero éste desaparece en el dicho, queda olvidado porque pasa por la batería significante de la lengua, cargándose de sentido, ese sentido que el otro atribuye a lo que escucha y cree entender o entiende. El Sujeto se desvanece en el sentido. Solo quedará ese objeto, objeto de arte, cuadro, escultura o pintura que al adquirir el estatuto del significante representará al sujeto para otro significante que no es sin inconvenientes para el campo del Otro. "El significante es signo de un sujeto".
Picasso captaba esta dimensión. Por ello decía: "La libertad de pintar es la libertad de liberar algo de uno mismo. Hay que darse prisa porque no dura mucho". El sujeto nunca es más que puntual y evanescente, pues sólo es sujeto por un significante y para otro significante. Picasso sostenía también, respondiéndole a alguien: "¿Cómo quiere que un espectador viva un cuadro como yo lo he vivido? Un cuadro me viene de lejos; quién sabe de cuán lejos. Lo he adivinado, lo he visto, lo he hecho y, sin embargo, al día siguiente ni yo mismo veo lo que he hecho. ¿Cómo se puede penetrar en mis sueños, en mis instintos, en mis deseos, en mis pensamientos, que han tardado mucho tiempo en elaborarse y en producirse ahora, sobre todo para encontrar en ellos lo que he puesto, quizás, a pesar de mi voluntad? (...) Siento que he ganado cuando lo que hago empieza a hablar sin mi":
Y será el Guernica, considerada la más famosa obra de arte del siglo XX, la que más habla y ha hablado por y sin Picasso.

Guernica

Año 1936. Picasso tiene 55 años y está atravesando según sus palabras "la peor época de su vida". Escribe. Está atormentado y sombrío. No puede pintar y eso lo sume en profundos desvaríos. En una carta a su amigo Sabartes dice que dejará la pintura, la escultura, el grabado y la poesía para dedicarse por entero al canto. Algo se ha roto en su equilibrio que le impide trabajar con calma. Será un acontecimiento exterior el que lo devolverá a sí mismo. Estamos en el mes de julio y ha estallado la guerra civil en España.
¿Cómo llamar exterior a Picasso a este acontecimiento, cuando él se consideró español siempre y, a pesar de vivir la mayor parte de su vida en Francia, nunca quiso cambiar su nacionalidad aunque esto le hubiera favorecido en muchos momentos incluso en ése, "el peor de su vida"?
Ser español le impedía divorciarse de Oga Koklova, lo que le trajo innumerables trastornos, Picasso dirige inmediatamente su simpatía hacia el bando de los Republicanos y aunque sus declaraciones políticas son muy escasas, sobre esta guerra civil que desgarró a España se pronunció de una manera muy clara: "La guerra en España es la batalla de la reacción contra el pueblo, contra la libertad. Toda mi vida de artista no ha sido mas que una lucha continua contra la reacción y la muerte del arte..."
Picasso hace la guerra desde la pintura. Las noticias son malas, el fascismo se extiende y Franco gana batallas dejando a su paso un reguero de sangre y muerte. Es en este marco que la República Española decide participar en la Exposición Universal que se realizará en 1937 en Francia, y en enero de ese año le piden a Picasso que haga un gran mural que será el eje fundamental del Pabellón Español.
Picasso aceptó pero durante mucho tiempo quedó como paralizado. Se encontraba desorientado, incómodo, no estaba acostumbrado a pintar cuadros de tan grandes dimensiones y además nunca le gustaron los encargos.
Desde España no dejaban de llegar atormentantes noticias. De especial significación debieron ser los ecos de la caída de Málaga, su ciudad natal, ocurrida el 8 de febrero. Allí vivía parte de su familia y éste resultó ser uno de los más sangrientos episodios de la guerra. Su amigo, el escritor Arthur Köestler, que presenció personalmente los hechos, le relató los trágicos acontecimientos: el ametrallamiento desde el aire de los miles de refugiados, mujeres y niños que huían por la carretera de la costa. Debió contarle cómo las madres llevando en brazos a sus hijos muertos, perdían la razón, y cómo otras se arrojaban con los niños al mar y perecían ahogadas. ¿Serán estas imágenes desgarradoras las que dieran origen a tantas madres con niño muerto y mujer llorando realizadas antes y después del Guernica? A pesar de esto la mente de Picasso sigue en blanco. No puede comenzar.
El 26 de abril la vizcaína e histórica villa de Guernica es bombardeada y ametrallada por la aviación alemana de la legión "Cóndor", que militaba junto al ejército llamado "nacional" del General Franco. Se trata de la primera gran masacre de civiles de la época contemporánea, la inauguración de una trágica secuencia que ha manchado ominosamente la historia ulterior del siglo XX. Guernica no era un objetivo militar y se encontraba poblada mayoritariamente por mujeres, niños y ancianos. Era día de mercado y la gente se encontraba en la calle y completamente desprevenida. La destrucción fue casi total. La rabia y la indignación de Picasso y sus amigos superó cualquier sentimiento anterior.
Cinco días después, primero de mayo, la tradicional manifestación del Día de los Trabajadores que recorre las calles de París cambia sus consignas y atruena un único tema, casi como un grito: ¡Guernica! Cinco días después, ese primero de mayo, Picasso se pone a trabajar febrilmente en el panel para el Pabellón. Comienza Guernica. Lo terminará sólo 24 días después. Sólo 24 días, digo, porque el Guernica mide 7,80 metros por 3,50 metros. Sólo en blanco y negro, con algunos destellos celestes. Y único, por esa potencia que transmite un sentimiento revulsivo y desgarrante y que se transforma tanto en un modo de hacer visible el horror del que es capaz el hombre como en un modo de lucha contra la destrucción y la guerra. Quizás sea esto lo que le haya hecho decir a Antonio Saura:"Odio al Guernica porque nunca una tela fue menos inerte y nunca la ira de un hombre tan duradera".
El 4 de junio, junto con dos esculturas del mismo Picasso, algunas otras obras, el Guernica fue instalado en el Pabellón Español. Según Le Corbusier, Guernica "no vio mas que las espaldas de los visitantes, ya que los visitantes se sentían repelidos por el cuadro": El público se movió deslumbrado por el espejismo optimista que el progreso tecnológico parecía brindar y el Pabellón Español y con él el Guernica no mostraban más que la terrible imagen de la guerra que ya ensangrentaba una parte de Europa.
Picasso había conseguido su objetivo dado que decía: "La pintura no está hecha para decorar paredes. Es un arma de guerra para el ataque y la defensa contra el enemigo", y agregaba: "Querría que todo el mundo arrancara mi pintura con sus ojos; no quiero que nadie se duerma delante de mis cuadros suspirando de beatitud. El arte jamás es casto".
Picasso no firmó ni fechó el Guernica como si lo considerara inacabado. Pero no debemos olvidar que Picasso pensaba que nunca se termina una obra. Al respecto decía: ¿Cuándo has visto un cuadro terminado? Ni un cuadro, ni nada. ¡Pobre de ti el día que digas que estas acabado! ¿Terminar una obra? ¿Acabar un cuadro? ¡Qué tontería! Terminar algo quiere decir acabar con ello, matarlo, quitarle el alma, darle la puntilla. Lachever, como dicen aquí, es decir, darle el golpe de gracia: el más desgraciado para el pintor y para el cuadro. El valor de una obra está en lo que no está..."
Es cierto. Guernica no vio más que las espaldas de los visitantes de la Exposición Universal. Es cierto también, que aún hoy, muchos apartan rápidamente su mirada de él. Es también cierto que Guernica nos mira y nos muestra. Encontramos en sus nueve figuras las míticas y conceptuadas animalidades; la aterrorizante, pero aún así alumbradora feminidad; el infanticidio como el mas escalofriante de los crímenes; las antagónicas lámparas que tanto pueden cegar-obnubilar, como proporcionar la clarividencia; la torva nocturnidad; la interioridad doméstica, entrañablemente propia y sin embargo brutalmente invadida por la violencia; el destrozo iconoclasta del ideal transmutado en varón-estatua; las armas fabricadas para ser rotas y la poética de la flor que nace y renace hasta entre cadáveres. La poética de la flor. La poética del inconsciente. La poética de la creación que nace y renace...
Dirá Picasso: "La vida de una sociedad exige la estabilidad y el mantenimiento de ciertas normas, el individuo debe doblegarse o perecer. Sólo el sentido de la invención y una necesidad creadora intensa empujan al hombre a rebelarse, a descubrir y a descubrirse lúcidamente; para ello debe cortar poco a poco las ataduras que le unen al pasado, a la tradición, a las ideas recibidas. La sociedad se defiende, sabiendo sin embargo que su perennidad depende de semejantes hombres, sin los cuales se estanca y muere".
"Se tarda mucho en volverse joven".
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( Tatiana Reitman )

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