Una
sociedad sólo le teme a una cosa: al diluvio. Sobre su cuerpo social, algo
chorrea, y no se sabe qué es, no está codificado y aparece como no codificable
en relación a esa sociedad. Encontramos que algo se derrumba, y no sabemos qué
es. No responde a ningún código, sino que huye por debajo de ellos.
Todo
esto es verdad también para el capitalismo: Cada vez que algo parece escapársele,
vuelve a taponarlo todo, añade un axioma de más y la máquina vuelve a partir.
El acto fundamental de la
sociedad es codificar los flujos y tratar como enemigo a aquello que en
relación a ella se presente como un flujo no codificable que pone en cuestión
todo el cuerpo de la sociedad..El capitalismo se ha construido sobre la quiebra de todos los códigos y las territorialidades sociales preexistentes.
El esquizoanálisis procederá a la
inversa del psicoanálisis, pues el psicoanálisis tiende a suprimir toda
relación de sí mismo y del sujeto que viene a hacerse a analizar con el afuera.
Pretende reterritorializarnos sólo en él.
Vemos entonces la relación entre el psicoanálisis y el capitalismo: Si
es verdad que en el capitalismo los flujos se descodifican, se
desterritorializan constantemente, es decir que el capitalismo produce al
esquizio como produce dinero, toda la tentativa capitales consiste en
reinventar territorialidades artificiales para inscribir a las personas, para
volver vagamente a recodificarlas.
Lo que cuenta en el
esquizoanálisis es ver mi relación inconciente con mis máquinas deseantes, y por
eso mismo la relación inconciente de esas máquinas con las grandes máquinas
sociales que las proceden. Hacer esquizoanálisis implica tres operaciones: Una
tarea destructiva: hacer saltar las estructuras edípicas y castradoras para
llegar a una región del inconciente donde no hay nada se eso. Luego una tarea
positiva: hay que ver y analizar funcionalmente, no hay nada que interpretar.
Tercera tarea: La máquinas deseantes solo funcionan invistiendo a las máquinas
sociales.
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