"En un devenir-animal, siempre se está ante una manada, una banda, una
población, un poblamiento, en resumen, una multiplicidad. Nosotros, los
brujos, lo sabemos desde siempre. (...)Hay toda una política de los
devenires-animales, como también hay una política de la brujería: esta
política se elabora en agenciamientos que no son ni los de la familia,
ni los de la religión, ni los del Estado. Más bien expresarían grupos
minoritarios, u oprimidos, o prohibidos, o rebeldes, o que siempre están
en el borde de las instituciones reconocidas, tanto más secretos cuanto
que son extrínsecos, en resumen, anómicos. Si el devenir-animal adopta
la forma de la Tentación, de monstruos que el demonio suscita en la
imaginación, es porque se acompaña, tanto en sus orígenes como en su
empresa, de una ruptura con las instituciones centrales, establecidas o
que tratan de establecerse.
(...)
Así actuamos nosotros, los brujos, no según un orden lógico, sino según compatibilidades o consistencias alógicas. (...) Nosotros conocemos muy bien los peligros de la línea de fuga, y sus ambigüedades. Los riesgos siempre están presentes, pero siempre existe una posibilidad de escapar a ellos: en cada caso se dirá si la línea es consistente, es decir, si los heterogéneos funcionan efectivamente en una multiplicidad de simbiosis, si las multiplicidades se transforman efectivamente en los devenires de paso”.
“Carecemos del más mínimo motivo para pensar que los modos de existencia necesitan valores trascendentes que los comparen, los seleccionen y decidan que uno es «mejor» que otro. Al contrario, no hay más criterios que los inmanentes, y una posibilidad de vida se valora en sí misma por los movimientos que traza y por las intensidades que crea sobre un plano de inmanencia; lo que ni traza ni crea es desechado. (…): nunca hay más criterio que el tenor de la existencia, la intensificación de la vida”.
(...)
Así actuamos nosotros, los brujos, no según un orden lógico, sino según compatibilidades o consistencias alógicas. (...) Nosotros conocemos muy bien los peligros de la línea de fuga, y sus ambigüedades. Los riesgos siempre están presentes, pero siempre existe una posibilidad de escapar a ellos: en cada caso se dirá si la línea es consistente, es decir, si los heterogéneos funcionan efectivamente en una multiplicidad de simbiosis, si las multiplicidades se transforman efectivamente en los devenires de paso”.
“Carecemos del más mínimo motivo para pensar que los modos de existencia necesitan valores trascendentes que los comparen, los seleccionen y decidan que uno es «mejor» que otro. Al contrario, no hay más criterios que los inmanentes, y una posibilidad de vida se valora en sí misma por los movimientos que traza y por las intensidades que crea sobre un plano de inmanencia; lo que ni traza ni crea es desechado. (…): nunca hay más criterio que el tenor de la existencia, la intensificación de la vida”.
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